julio 7, 2020
La Facultad de Psicología de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí, y la Dirección de Postgrado, Cooperación y Relaciones Internacionales, ponen a disposición el proceso de postulación, para el programa de Maestría en Psicología Clínica con mención en Salud Mental Comunitaria.
La Doctora Yelena Solórzano, decana de la Facultad de Psicología y coordinadora de esta maestría indicó; que el objetivo del programa es desarrollar en los maestrantes competencias específicas para el asesoramiento en el diseño, desarrollo y evaluación de estrategias de intervención en salud mental desde la perspectiva comunitaria.
Puntualizó que luego de una serie de acciones se busca consolidar la oferta de cuarto nivel, y entre ellas mantener y fortalecer aún más la calidad de la planta docente nacional e internacional de los programas, y a la par la mejora continua de aulas, laboratorios y otros recursos de los programas, cuidando estrictamente la relación costo-calidad.
“Debido a la emergencia sanitaria se aplazó el inicio de la Maestría, ya que su modalidad es presencial, pero por ahora se la va a realizar de manera virtual, su inicio de clases será el 25 de septiembre de 2020, y habrá un solo paralelo” argumentó la Dra. Solórzano
La salud mental comunitaria implica una organización de los servicios teniendo en cuenta las características epidemiológicas y sociológicas de un territorio, de manera que garantice la universalidad, equidad y accesibilidad de las prestaciones, desde la prevención y promoción de la salud hasta la rehabilitación.
Indicó también que con este programa se va a mejorar la calidad de vida a través de la gestión clínica, de manera que la auténtica eficiencia es la eficacia o sus eslabones intermedios, la efectividad y el trabajo en red, como resultado de la confluencia de profesionales de diferentes ámbitos, sanitarios y no sanitarios.
En relación a la salud mental en tiempos de Covid 19, la maestra explicó que; ante esta situación, es notoria la presencia de dos tipos de reacción psicológica, el temor de la persona a enfermar y morir, y de otra parte la sensación de encierro y aislamiento que sentimos ante la imposibilidad de poder circular libremente. Esta situación genera una ruptura brusca de la vivencia de continuidad psíquica y produce una respuesta emocional de incertidumbre e impotencia ante este proceso de cambio.