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“Quién en vida fue”: 11 estudiantes, doce gritos contra el olvido

junio 12, 2025

En el Instituto de Neurociencias (IN), un espacio consagrado al estudio del cerebro y sus misterios, el arte se abrió paso este 12 de junio para tocar otra dimensión de lo humano: la memoria, el duelo y la violencia que persiste en silencio. Allí, once estudiantes de la carrera de Artes Plásticas, desde la asignatura Hermenéutica de las Artes, escenificaron lo que muchas veces se calla: un feminicidio.

La obra, titulada “Quién en vida fue”, no se limita a una representación dramática. Es una instalación viva, cargada de simbolismos y denuncias, donde cada uno de los estudiantes, vestidos de negro en señal de luto, se convierte en portador de una historia que duele. El recorrido por el edificio se transforma en un viaje emocional que transita entre el espanto y la reflexión.

Doce obras componen este catálogo visual y performático. Cada una se basa en testimonios reales de familiares y personas cercanas a víctimas de feminicidio. El docente a cargo, Ismael Álvarez, asegura que el resultado es una experiencia altamente sensitiva, casi ritual. “Es una forma de contar desde el arte, lo que muchas veces no puede decirse con palabras”, explica.

Una de las piezas recibe al visitante desde el ingreso: el cuerpo velado de una mujer, sin nombre, sin voz. A su alrededor, el eco de las preguntas que nunca encontraron respuesta. Es apenas el inicio de una experiencia que se despliega con títulos tan elocuentes como “Le faltó sal a la comida”, “Aunque me duela”, “Travesti” o “Justicia divina”. Cada nombre es una herida abierta. Cada montaje, un grito suspendido en el espacio.

Para Maité Ludeña, una de las estudiantes participantes, la obra tiene un propósito claro: visibilizar. “La mayoría de los feminicidios quedan en el olvido. Salvo que la víctima haya sido una figura conocida, los casos pasan desapercibidos. Por eso, desde la academia, decidimos hacer memoria desde el arte”.

En esta intervención no hay actores, hay testigos. No hay ficción, hay duelo. Los once estudiantes no interpretan, encarnan. Cada acción, cada objeto, cada silencio, remite a una historia concreta, a una mujer asesinada por su pareja o expareja, a una vida truncada que no debe quedar reducida a una estadística.

“Quién en vida fue” no busca la lágrima fácil. Es una obra que incomoda, que interroga al espectador y lo obliga a tomar posición. Porque frente a un feminicidio, quedarse en silencio también es una forma de violencia.

Por: Patricio Ramos. Mgtr