UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABÍ

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Producción Intelectual y Académica de Medardo Mora

julio 12, 2013

Aparte de una vida dedicada al servicio y concretada en obras, Medardo Mora Solórzano ha sido un infatigable pensador de lo político, educativo, social y cultural desde lo global pasando por lo nacional y concluyendo en su tierra, Manabí.  Una parte de los comentarios que ha generado su obra, lo extractamos:

Marco Rodríguez Ruiz
En Occidente solo con la aparición de pensadores de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, la política y el derecho se constituyen en materia de especulaciones sistemáticas y de reflexiones doctrinales, llegando a elaborarse determinadas teorías que con el devenir del tiempo han servido para estructurar de una manera convincente y apropiada estas disciplinas sociales. Así, política y derecho, adquieren otra dimensión y son estudiados desde distintos puntos de vista, predominando quizás el filosófico y el científico-sociológico.

En la actualidad, no cabe duda, que los ángulos de visión respecto de las formas, instituciones y problemáticas de índole política o legal se han multiplicado y se han ceñido, a la vez, a diversos criterios interpretativos y de reflexión, estimando las realidades políticas y normativas como objetos de la función intelectual, en sentido puro, así como también en asuntos manejables por la voluntad en el terreno de la acción y de la práctica.

La académica y tratadista contemporánea Hanna Arendt establece que no hay que confundir con política lo que supone su catástrofe, como son la violencia y el caos y, que solo las leyes -en su sentido romano, ligado a los conceptos de Alianza, Tratado y Promesa- son quienes crean los espacios políticos donde movernos en libertad; lo que queda fuera, se queda sin mundo, por ello, expulsa a la violencia y al caos de la política y los acusa directamente de desertificar el mundo. En esta línea se inscribe la obra Reforma Política: anhelos y realidad nacional, trabajo ensayístico arduo y fructífero de Medardo Mora Solórzano y se adentra además en temas que en un primer momento podrían parecer disímiles y sin ninguna concatenación, pero que, por el peculiar abordaje de su autor, logran una arquitectura perfecta en el ánimo de desempolvar la realidad profunda de nuestro país y de proponer, a la vez, ideas frescas y viables para los nuevos desafíos que plantea el siglo XXI.

En efecto, ensayos tales como la necesidad imperiosa de que se establezcan y funcionen las autonomías provinciales, las causas y consecuencias de la emigración en Ecuador, la pobreza y sus trágicas repercusiones, el periodismo y su influencia en Ecuador y Latinoamérica, las ideologías y su futuro en nuestro continente, los aborda con sapiencia y practicidad, sin especulaciones de ningún tipo sino más bien con un acertado y coherente manejo del lenguaje y, utilizando como trasfondo investigativo el método deductivo, esto es, ir desde la generalidad: América Latina, nuestra patria grande, hacia las especificidades, Ecuador y por supuesto, Manabí, esa tierra indómita, por desgracia descuidada por la mayor parte de los pseudo gobernantes que hemos tenido, pero de tanto orgullo para los ecuatorianos, tierra de origen de Mora Solórzano. El texto consecuentemente, se yergue firme y directo y tiene como eje conductor a la política, al Estado y a la democracia y como telón de fondo al derecho que como sentencia el autor nunca debe estar supeditado a la política, efímera y pasajera, peor al arbitrio personal, porque lo que hace el derecho es normar hechos que han sucedido, que es mejor regularlos y que son de imperativo cumplimiento social.

Frente a la realidad tan erosionada y de permanente cambio por la que atravesamos, en la que urge un giro radical, aparece esta obra, reiterándonos, que a pesar de la crisis, una alternativa válida para encontrar un cauce de desarrollo y progreso, radica en una reforma política integral y, de paso, nos alecciona que no es necesario buscar supuestos sabios extranjeros que nos adoctrinen con tesis opuestas a nuestra realidad, cuando aquí y ahora, al alcance de nuestra mano, está Mora Solórzano, uno de tantos ecuatorianos ilustres dispuestos a guiarnos por mejores derroteros históricos, ideológicos y políticos.

Ángel Emilio Hidalgo
La presentación de un libro es una iniciación a un compromiso y futuro diálogo, entre el lector y el autor; una invitación a recorrer las huellas de un sendero de voces que coexisten, más allá de la piel del texto, entre el referente y el símbolo, entre la sugerencia y la declaración. Por ello, todo encuentro creativo e intelectual es, no sólo un ritual, sino un acto de comunicación necesaria entre el que enuncia y el que procesa, dialéctica y dialógicamente, un pensamiento codificado.
Y si ese enunciador vislumbra las posibilidades del lenguaje, en todos sus registros y tonalidades, puede fácilmente hallar lectores aguzados y disuadir a los otros, no en el sentido vulgar de lo sofístico, sino en la articulación de mensajes sencillos, directos y a la vez, profundos, que revelen lo que para mí es lo más importante en el oficio de escritor: su coherencia entre la vida y la palabra, lo que le vuelve a esa voz, legítima y oportuna, porque sabe responder a los desafíos de su tiempo.

Uno de los pocos escritores en este país que, a través de sus textos, trasladan su vocación comunicacional, es Medardo Mora Solórzano, maestro, jurista y hombre comprometido con la realidad social, que, a lo largo de su extensa trayectoria como político, intelectual y docente, ha sabido mantener sus convicciones democráticas alfaristas, como un convencido defensor de los valores del humanismo.

Medardo Mora es el rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, el hombre público que representa a su provincia y al país, allí donde el deber ciudadano y la responsabilidad académica lo llamen; pero también es el montubio de cepa orgulloso de sus ancestros, que no esconde su amor por la vida rural, y entiendo, se emociona al admirar las cosas sencillas y profundas de la vida.

Willington Paredes Ramírez
Antes de introducirnos en la necesaria reflexión y análisis sobre un nuevo aporte al pensamiento y a la educación ecuatoriana, que una vez más nos trae el prestigioso intelectual y maestro manabita Medardo Mora Solórzano, quisiera plantearme dos preguntas fundamentales que a mi juicio son las que me permitirían interpretar y comprender por qué en Medardo Mora la praxis educativa es análisis, reflexión, crítica y comprensión, y cómo y por qué todo pensar el proceso educativo tienen que hacerse desde el campo reflexivo y crítico. (…)

El mérito de Medardo Mora está en esto precisamente. Es decir, en conducirnos a comprender y aceptar cómo y por qué el accionar educativo o es un compromiso con la humanidad, con la sociedad y con los destinos de un nuevo Ecuador y de un nuevo colectivo social, más humano, más ético y más sensible a comprender que la justicia social no es una quimera ni una consigna, sino un rumbo y un camino para vivir mejor.

Para Mora, la nueva ética política, o la política con ética, es la que hay que introducir en la educación sacando de ella, el populismo, la demagogia, la vocinglería, el grito altanero, la prepotencia, la ofensa, la calumnia, la palabra fácil, etc. para ello nos propone reintroducir en la universidad, lo que ella siempre ha sido y es: la sede y la morada de la razón. El lugar desde donde, con las ideas y con el pensamiento crítico, las colectividades humanas, las sociedades y los movimientos sociales deben encontrar los por qué, cómo y hacia dónde hay que conducir los procesos sociales.

Carlos Calderón Chico
Voy a comentar la revista Cyberalfaro # 13, confieso que este número trece he disfrutado de la primera hasta la última página la lectura, quiero destacar entre los varios textos que componen esta nueva obra manabita a uno en especial, yo diría el principal por su extensión y por la complejidad del tema, Eloy Alfaro: un líder del ayer y un ejemplo del mañana de Medardo Mora. Este ensayista, este ecuatoriano de creación -como robarme la misma frase de Medardo cuando se la dedica a Alfaro-, que está a mi mano derecha, un hombre al que la cultura y la educación ecuatoriana -principalmente superior- le debe tanto, y es probable que nadie conozca que la labor de Medardo Mora, por dos ocasiones dirigió el CONUEP y luego el CONESUP, ya es mérito para entregarle la bella frase que él se la dice a Alfaro: “Ecuatoriano de creación”.

Y es este ecuatoriano de creación que le dedica un ensayo profundo en dieciocho líneas, en dieciocho notas para elevar la grandeza de Eloy Alfaro, he leído textos clásicos como el de Elías Muñoz Vicuña (La guerra civil ecuatoriana de 1895, la segunda edición estuvo adaptada a un prólogo de Enrique Ayala). He tenido la suerte constante de revisar textos clásicos de Enrique Ayala, el texto clásico de Jorge Núñez y otros más, pero este de alrededor de cuarenta páginas de Medardo Mora, en dieciocho puntos va visualizando los aportes, las grandezas de Eloy Alfaro, con un cariño de manabita, con el hombre que siente el orgullo por Alfaro, va desglosando en este completo ensayo dieciocho notas que yo quisiera comentarle a los presentes que si el texto llega a sus manos, por favor repártanlo, distribúyanlo, sáquenle copia, pero primero compartan esta acción profunda, histórica, ética de Medardo que hace sobre Alfaro y para los profesores compártanlos con sus alumnos.

Marco Antonio Rodríguez
Permítanme unas brevísimas expresiones para transmitir con palabra pensada, sentida y vivida lo que guardo para uno de los más ilustres ecuatorianos de nuestro tiempo, me refiero, por supuesto, a Medardo Mora Solórzano, este manabita, yo diría que latinoamericano, que ha diseñado con su vida y con su obra uno de esos arquetipos cada vez más escasos, esto es un ejemplo de talento y de acción integral a las más altas causas; esto significa que vida y obra de Medardo constituyen un vivo ejemplo para las actuales y venideras generaciones: valores en abundancia, valores intelectuales, valores éticos (eticidad asegurada), valores morales y yo diría que entre estos cardinales valores ese valor de patria.

Muchas veces ecuatorianas y ecuatorianos nos hemos preguntado el por qué Medardo no ha postulado a la presidencia de la República del Ecuador, cómo hubiese honrado ese espacio y digo en el pasado porque ojalá que en nuestro destino histórico inmediato una figura como él conduzca los destinos de nuestro pueblo.

Visionario, generoso, solidario, su universidad es otro testimonio de lo que pueden hacer los seres humanos de bien, inteligencia excepcional y camino limpio en lo que se refiere a su lid vital, a su lid existencial.

Para la Casa de la Cultura Ecuatoriana (públicamente suelo repetir -cuando considero necesario y creo que ahora es menester reiterarlo- no soy, por Presidente que sea de esta institución, hombre de halagos sociales, y lo que acabo de mencionar, es algo extremadamente pensado y genuino) es un verdadero privilegio y un honor -todavía existe el honor y eso hay que guardarlo como la prenda más querida, así como la palabra del hombre, la palabra del ser humano, su patrimonio. Un estadista, un Rector universitario, un dirigente, el pueblo común, deberíamos de honrar la verdad todos los días, como si fuese nuestro único mandamiento- tener a una figura emblemática del país, su sencillez, con toda certeza que es otra lección de vida, le ha impedido aceptar proposiciones en la viña que acabé de manifestar.